Colombia vive un momento histórico desde su fundación como república. La elección del primer presidente de izquierda y la primera vicepresidenta afrodescendiente y líder social, figuras que lograron unir a los partidos alternativos, sumar algunos tradicionales y materializar una de las principales premisas de la Constitución Política de 1991: el reconocimiento, dar voz a las poblaciones marginadas como sujetos políticos y de derechos. Así quedo explicito en el discurso de victoria por la apuesta de cambio hasta 2026: «Después de 214 años logramos un gobierno del pueblo, el gobierno de los nadies y las nadies de Colombia.”[1]
Estos nadies de Galeano o los pacientes del Estado de Auyero,[2] en Colombia están personificados por las y los jóvenes que en 2021 protagonizaron el estallido social, son las madres de los 6,402 jóvenes asesinados -falsos positivos- que exigen justicia, los más de 8 millones de desplazados del conflicto armado, los lideres sociales que ya no están y por supuesto los más de 6 millones de personas que dijeron sí a la paz en el referéndum de 2016. Gustavo Petro y Francia Márquez despertaron la empatía y la confianza de la ciudadanía en un país fragmentado y dividido cansado en su mayoría -al menos así las cifras de la votación lo demuestran- de vivir bajo una política de estado guerrerista que lejos ha estado de propiciar la inclusión y el cambio.
La fórmula presidencial de las periferias
Una característica contextual de Colombia es la permanencia del conflicto armado agudizado por el narcotráfico y sus disputas por el territorio por grupos al margen de la ley: guerrillas, paramilitares, bandas criminales, carteles-. Si bien, hace seis años se firmó el acuerdo de paz con las FARC-EP el gobierno no ha otorgado las garantías para su materialización paulatina, el país aún continua bajo las consecuencias de una guerra interna en la cual los departamentos periféricos de ciudades intermedias, pequeñas con lazos fuertes con la ruralidad, sin presencia real del Estado, son los más golpeados.
Petro llega a estos territorios con una retórica cotidiana, conciliadora y de valorar al campo y sus campesinos, su propia historia de vida para un sector condenatoria, pero para otros el ejemplo vivido de la inclusión a la vida política y social de ex combatientes, le ha permitido afinar su lectura social para reconocer y reivindicar la diversidad cultural y étnica, a la cual Francia Márquez, una lideresa social ambientalista y feminista, imprime gran credibilidad y fuerza porque es una ciudadana del común que gracias a su activismo se convirtió en una figura relevante, refrescante y necesaria en la política colombiana.
Esta dupla tiene como eje central la agenda social de la mano de un cambio económico que promete una reforma estructural, más amigable con el medioambiente y con las comunidades originarias, propone una democratización profunda iniciando por una reforma agraria, talón de Aquiles en el Estado colombiano, y el cambio discursivo e instrumental de la seguridad. La intención es pasar de una seguridad de Estado, que mide los alcances en detenidos y bajas, por una seguridad humana donde la intención es cuidar de los ciudadanos.
Estas propuestas responden a una visión de un país más incluyente en contraposición al odio, sectarismo y clasismo. Por tanto, logró que los votos en los departamentos con región pacífica históricamente olvidada y de alta conflictividad no bajara del 70.0% a favor del pacto histórico. El sur del país, para muchos el bastión de la izquierda, reafirmó que su apuesta es por ideologías alternativas y progresistas. El caribe, tradicionalmente de derecha, giró a la izquierda. Como menciona Félix de Bedout, reconocido periodista colombiano, estas cifras de los territorios más oprimidos son “un grito desesperado que por décadas no se ha querido escuchar.”[3]
Los retos para gobernar hasta 2026
Este es un gobierno que genera expectativas y retos, que a grandes rasgos se traducen en los siguientes puntos. Primero, han pasado un poco más de treinta años desde la sanción de la Constitución Política de 1991 de la cual Gustavo Petro fue constituyente. Ésta es un referente del constitucionalismo latinoamericano por la incorporación de derechos sociales y políticos. Sin embargo, su implementación no ha sido igual en todos los territorios, por lo que Petro y Márquez son las figuras llamadas a materializar la carta magna con la esencia que fue formulada. Ésta es una promesa y expectativa que los más de 11 millones de colombianos y colombianas y en especial las organizaciones y movimientos sociales reclamarán durante todo este periodo administrativo.
Para esto, durante los primeros 8 días de empalme después de la elección del 19 de junio los mandatarios electos han manifestado el reclamo por la liberación de las y los jóvenes de la primera línea,[4] han hecho un llamado a los gobiernos locales para empezar con el saneamiento de lotes para construir más sedes de la universidad pública -una deuda pendiente por décadas- y también ha invitado al dialogo a los líderes de la oposición para lograr encontrar puntos de convergencia, aunque ésta abiertamente manifieste que acudirá a salvaguarda de visiones de patria diferentes.
Este último es el segundo reto para gobernar y encontrar en el legislativo un sistema de contrapesos, pero también puntos de convergencia de un proyecto general de nación. Estos encuentros con seguridad serán polémicos, pero son necesarios y estratégicos, porque Petro no cuenta con mayoría absoluta en el congreso y para implementar sus reformas estructurales es necesario sumar a la oposición y a los independientes.
Tres, este nuevo gobierno se juega la credibilidad en la izquierda progresista y la de los ciudadanos que se identifican con el distintivo de “las y los nadies.” La victoria llega justo después de cuatro años de un gobierno sin personalidad ni popularidad de Iván Duque. Si bien, se lleva la victoria el Pacto Histórico con tres puntos porcentuales más que su contrincante, el Ingeniero Rodolfo Hernández, prácticamente la otra mitad del país, el voto antipetrista siente incertidumbre y desconfianza por la llegada de un gobierno que asegura romper con el statu quo.
Petro tiene cinco grandes propuestas en su programa de gobierno “Potencia Mundial por la vida,” todas ellas articuladas para fortalecer el Estado social de derecho,[5] pero son tres las que han causado mayor revuelo. La primera es la reforma agraria. Este gobierno plantea la implementación de impuestos a los latifundios y la redistribución de la tierra. Segundo, la reforma al sistema de salud y pensiones propone la intervención mayoritaria del Estado para disminuir la brecha de atención en el campo y la ciudad y la materialización del derecho a una pensión a las personas mayores de 60 años. Tercero, transitar de una economía extractivista a una economía verde. Esto implica darle mayor participación al Estado y evitar la captación de estos derechos por el sector privado acusado de corrupción. Los detractores de este gobierno aseguran que no logrará cumplir con estas propuestas sin poner en riesgo la economía y por ende lo social. Sin embargo, la implementación se propone de manera paulatina con inversiones seguras y reubicación del gasto público. Hay una especie de seguridad porque será el Estado garante y propenderá por la universalidad de los derechos, sin embargo no deja de ser ambicioso.
El último reto es la transformación de la narrativa de seguridad y su instrumentalización para lograr la paz. Existen kilómetros de distancia entre la propuesta de “seguridad democrática” heredada del ex presidente Uribe que tiene una visión reactiva y positivista, de seguridad de Estado la denomina el mismo Petro, a la propuesta del futuro gobierno que apunta hacia una seguridad para el ciudadano. Temas controversiales como la legalización de la coca, la reforma a la policía, los diálogos de paz con otras guerrillas y la implementación del acuerdo ya formado son decisivos para la transformación de la situación de violencia sistemática que vive Colombia.
Reflexiones finales
No se puede negar que la elección de Petro fue una sorpresa y esperanza para Latinoamérica que actualmente cuenta con ocho gobiernos de izquierda—ya se habla del nuevo giro a la izquierda y se espera que Brasil se una a este grupo en las próximas elecciones. En su mayoría, estos gobiernos llegan al poder después de estallidos sociales en medio de la pandemia protagonizados por una nueva generación de jóvenes que se constituyeron en el voto definitivo bajo el lema “ya no tenemos nada que perder” y sí mucho que cambiar.
Llega una vicepresidenta que por su trayectoria de líder social por fin le dará utilidad a una figura burocrática anquilosada y desgastada que no toma partido y suele ser decorativa. Se espera que el talante de esta mujer que representa y ha vivido las mismas situaciones que tantas mujeres colombianas reivindique el rol de las mujeres y logre crear arquitectura institucional, así como acciones concretas, para disminuir las brechas de desigualdad. Francia representa las nuevas demandas en materia de género. Hoy un tema fundamental en el argot político y social pone sobre la agenda el tema de la diversidad sexual, los derechos de las comunidades marginadas, el derecho a decidir sobre el cuerpo, el trabajo de cuidados, entre otros. En conclusión, es la esperanza hacia la inclusión social.
Asimismo, este gobierno trae también una ciudadanía más activa, movilizada, más decidida de hacer veeduría ciudadana, una ciudadanía esperanzada en el cambio, pero también critica si este gobierno no responde con hechos al respaldo por el que fue electo.
Solo queda estar atentos a este nuevo proceso que inicia en Colombia. No es un camino fácil, al contrario bastante complejo que necesita más de cuatro años para ver los cambios. Sin embargo, podemos estar ante el comienzo de los cimientos de un territorio más tolerante, menos dividido y polarizado que aun en la diferencia logre encontrar puntos en común para poder gobernar hacia la paz.
[1] Extracto del discurso de Francia Márquez al reconocer la victoria presidencial https://cnnespanol.cnn.com/2022/06/19/francia-marquez-discurso-vicepresidenta-colombia-pueblo-nadie-orix/
[2] Auyero, Javier. 2016. Pacientes del Estado. Buenos Aires: Eudeba.
[3] Félix de Bedout, periodista colombiano. https://twitter.com/fdbedout
[4] La primera línea fue denominada como los y las jóvenes que permanecieron en las calles durante el estallido social de 2021 organizados para hacer frente a las represiones del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la policía.
[5] El plan del gobierno propone cinco puntos centrales: 1. El cambio es con las mujeres, 2. De una economía extractivista hacia una economía productiva, 3. De la desigualdad hacia una sociedad garante de derechos: haremos realidad la constitución del 91 por fuera del negocio, 4. Democratización del estado, libertades fundamentales y agenda internacional para la vida, 5. Dejaremos atrás la guerra y entraremos por fin en una era de paz. Disponible en: https://gustavopetro.co/descarga-programa-de-gobierno/