Según Rivera (2010a), la academia en América Latina, incluida la mexicana, estudia la represión mediante estudios de caso, a contrapelo de la corriente dominante a nivel mundial, interesada en explicaciones generales. Es decir, hay un desfase entre el estudio latinoamericano y las tendencias globales, inclinadas a diseños de investigación con muchos casos, o de N grande. Ésta, a la que Rivera (2010b) llama literatura macrocuantitativa de la represión, tiene dos formas de operacionalizar el fenómeno. La primera utiliza la Escala de Terror Político (ETP) de Poe y Tate (1994), centrada en la violación a la integridad física: presos políticos, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y tortura. La segunda, elaborada por Cingranelli y Richards (2010) en el CIRI Human Rights Data Project (CHRDP), también incluye las restricciones a las libertades civiles, desde censura en los medios y restricciones políticas hasta derechos económicos o de género. Continuar leyendo…
The revolution will not be televised cantaba el poeta-músico y activista afro-americano Gil Scott-Heron en los años setenta desde el gueto del Bronx. Sin embargo, el 1º de enero 1994 nos regalaba a nivel global las imágenes del levantamiento de las comunidades zapatistas en Chiapas, México. El uso estratégico de las telecámaras y de las primeras redes digitales del grupo guerrillero mexicano EZLN permitió evitar la represión. Gracias a esta experiencia, en el mismo año, el colectivo inglés Undercurrents reflexionó que, en las manos de un videoactivista, una telecámara puede funcionar como disuasorio contra la violencia de la policía, un sistema de monitoreo por video puede influir en la agenda política, un proyector de video puede generar conciencia colectiva. Continuar leyendo…
El 9 de julio de 2014 vecinos de San Bernardino Chalchihuapan bloquearon la autopista Puebla-Atlixco. La policía estatal los desalojó violentamente utilizando, entre otras cosas, gases lacrimógenos y balas de goma; los habitantes respondieron con palos y piedras. La intervención estatal dejó tras de sí a varios heridos de gravedad, muchas detenciones arbitrarias y un adolescente agonizante, José Luis Tehuatlie Tamayo, de 13 años de edad. Continuar leyendo…
Las décadas de neoliberalismo en América Latina se han caracterizado por un proceso de desmantelamiento de las infraestructuras públicas y de extractivismo de bienes comunes a favor de los intereses corporativos nacionales y transnacionales. Pero también por la emergencia en toda la región de resistencias protagonizadas por organizaciones, luchas y subjetividades que, a diferencia de las luchas de los años setenta, han podido poner en jaque las matrices tradicionales sobre la forma de entender y hacer política. Continuar leyendo…
Durante quince años he estudiado la forma como ciertos movimientos sociales interactúan con diversos actores institucionales en el contexto de políticas públicas muy concretas.[1] Más que utilizar modelos y enfoques prescriptivos, me he abocado al empleo de modelos analíticos de corte descriptivo. Es decir, me ha interesado mucho menos el concluir sobre “el deber ser” que el especular sobre “lo que es.” Así, simple y llanamente, con la única convicción ética de que el conocimiento sobre los actores, los procesos y los mecanismos causales constituye en sí mismo una aportación valiosa y útil. Continuar leyendo…

¿Por qué es importante incorporar la dimensión emocional en el estudio de las protestas y los movimientos sociales?
Cualquier persona interesada en comprender el origen, desarrollo o fin de una experiencia de protesta o de un movimiento social y las dinámicas que las caracterizan, sea investigador, estudiante o persona común y corriente, tendría que tomar en cuenta las emociones.
En nuestra experiencia como investigadores hemos podido observar que hablando y trabajando con sujetos involucrados en protestas y resistencias todos reconocen, describen o tratan de expresar sus emociones. Participando en primera persona, o sólo prestando atención al contenido de pancartas, carteles, o grafitis, así como al contenido de los comunicados y panfletos, es difícil no toparse con emociones. Lo que es menos evidente y a lo que se ha prestado menos atención hasta ahora, es el papel que juegan las emociones en las experiencias de protesta y los movimientos sociales. Continuar leyendo…
Desde el jueves 31 de marzo, miles de personas se reúnen cada noche en la Place de la République en París, para compartir sus desilusiones con la política institucional y poner en práctica formas de democracia directa en asambleas populares, como lo hicieron los indignados y los movimientos occupy en 2011.
Para finales de febrero, todos los ingredientes parecían reunidos para que surgiera un “movimiento de indignados a la francesa”, similar a aquel que marcó la primavera de 2011 en la península ibérica y que continúa transformando España y Portugal. Con la iniciativa de la #NuitDebout (#NocheEnPie), un grupo informal de ciudadanos, alrededor de la revista Fakir y del economista Frédéric Lordon, ha abierto un espacio que ha permitido a los ciudadanos intercambiar, expresar su indignación, soñar juntos otro mundo y una “convergencia de luchas” que falta construir. Continuar leyendo…
En la actualidad, el incremento de la desigualdad y el recrudecimiento de la exclusión han dominado la vida de las grandes ciudades, cuya configuración está marcada por urbanizaciones desbordadas. A decir de Álvarez y Delgado (2014), la fragmentación social hoy día se manifiesta en las crisis de la vivienda y de la provisión de servicios urbanos, en el aumento de la pobreza, así como en la disputa por el territorio llevada a cabo por grandes inversionistas beneficiados por políticas que favorecen esquemas de privatización de bienes comunes y de espacios públicos.
Los procesos de urbanización contemporáneos han sido centrales para entender, entre otras cosas, la implementación diferenciada del modelo neoliberal. La visión neoliberal de la ciudad, cuya lógica y ejecución regulan, por ejemplo, los mercados del suelo y la propiedad inmobiliaria, tiene como propósito asegurar la acumulación del capital bajo el discurso del crecimiento económico (Harvey, 2013). Para Miguel Amorós (2011), el capital ha producido y moldeado tanto espacios propios, instrumentales y manipulables, como a quienes con esa lógica los hacen suyos. Continuar leyendo…
El sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) será recordado por las decenas de miles de víctimas que causó la violencia criminal en el marco de la “guerra” contra el narcotráfico, minimizadas por el discurso oficial como “daños colaterales.”
Tras la muerte[1] de Juan Francisco Sicilia Ortega, su padre, el poeta y periodista Javier Sicilia, llegó a encabezar protestas que cuestionaron la estrategia de seguridad del gobierno federal: el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), que agrupó y representó la voz de las víctimas de la violencia criminal que la retórica oficial había escondido desde 2006.
Entre la pluralidad de resultados que tuvieron las acciones del MPJD —el más importante, según los activistas, fue visibilizar a las víctimas que el gobierno había insistido en ocultar (Gordillo, 2015, p. 132-133)— debe considerarse la promulgación de la Ley General de Víctimas (LGV, Diario Oficial de la Federación, 9 de enero de 2013). Continuar leyendo…
Algunos movimientos políticos y sociales pueden perdurar durante décadas fluctuando entre periodos de auge y declive, e incluso pueden reaparecer tras un periodo en el que se mantuvieron en un estado de “suspensión” (abeyance), durante el que las redes de activistas mantienen viva la identidad colectiva del movimiento en medio de un contexto político desfavorable (Taylor, 1989).
En estos casos y a veces a lo largo de décadas, los movimientos permanecen pero a la vez se renuevan, como afirma Whittier (1997). Esto es, en la interacción con contextos políticos y estructuras de oportunidad cambiantes, los movimientos de larga duración pueden modificar sus repertorios de acción, estrategias, marcos de interpretación o formas de organización. Este tipo de procesos fueron ya del interés de los clásicos, incluyendo el análisis seminal de Michels (1983) sobre la evolución de la socialdemocracia alemana, cuyas conclusiones (formalización–burocratización–sustitución de objetivos originales–tendencia al conservadurismo)[1] marcaron de forma permanente el debate sobre los procesos de cambio en los movimientos sociales. Continuar leyendo…