Las elecciones del 20M en Venezuela. ¿Hacia una nueva fase de la militarización de la revolución bolivariana?Carlos Torrealba

Carlos Torrealba, Las elecciones del 20 de mayo en Venezuela

Luego de que el poder electoral anunciara los resultados, Maduro apareció en cadena nacional celebrando su victoria. Impresionante resultó ver las caras de quienes tenía a su lado y al frente en el mitin: nadie lucía convencido. Tuve la oportunidad de realizar un recorrido en varios centros electorales de Caracas en la tarde del 20M y el silencio era lo que reinaba. Un silencio que, me recordaba un amigo, no es nuevo: es un país que desde hace un tiempo no celebra nada.

Las irregularidades del proceso electoral del 20M eran claras: a) la convocatoria la realizó la cuestionable Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y no el poder electoral, como manda la ley, b) el tiempo constitucional para fijar la fecha de las elecciones es seis meses, en esta se hizo en tres, c) varios candidatos opositores importantes fueron sido inhabilitados, d) dos de los principales partidos opositores, Voluntad Popular (VP) y Primero Justicia, fueron ilegalizados, e) se inhabilitó la tarjeta unitaria de la Mesa de la Unidad Democrática (principal coalición opositora), f) la observación electoral independiente era nula, g) hubo un aumento irregular del registro de electores y centros de votación, h) fueron prohibidos los llamados a la abstención, entre otras.

Lo anterior abonó a un clima de desconfianza y resignación con respecto a la jornada del 20M, mezclado con la movilización política del aparato del Estado-Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que activó todos los mecanismos clientelares posibles para llenar las urnas. No fueron suficientes.

Se anunció la victoria de Maduro con alrededor de 6 millones de votos (67% de los votos válidos) pero con un 52% de abstención. La elección presidencial con menor participación en la historia política reciente en Venezuela.

La victoria de Maduro no sorprende a nadie, en las elecciones se aseguraron las condiciones para que no fueran riesgosas. Seré claro: Maduro no ganó el 20M, ganó el año pasado en las elecciones de la ANC que sirvieron para desactivar las protestas y dividir a la oposición y convocar apresuradamente todas las elecciones posibles para aprovechar esa coyuntura. En esa elección ocurrió por primera vez que la empresa totalizadora de votos (la elección en Venezuela es automatizada) denunciara una discrepancia de sus cifras con las que anunció el gobierno (la empresa tuvo que salir del país).

A partir de ahí, y se vio en las elecciones a gobernadores del fin del año 2017, la oposición se divide entre quienes ya no quieren participar en elecciones como las de esta jornada y quienes están convencidos de que la abstención no es solución. El conflicto entre políticos, sociedad civil, especialistas que se decantaban por una u otra opción era importante, sobre todo porque ambos tenían muy buenos puntos.

Evidentemente participar en estas elecciones con esas condiciones era legitimarlas directa o indirectamente. Sin embargo, la apuesta del sector que defendió férreamente abstenerse no viene acompañada de una estrategia más amplia de participación no electoral activa. Es la oportunidad para que la oposición venezolana se rearticule en vistas de resultados en los que venció la abstención y enarbole esa estrategia. Sin ella, el acto de abstenerse no pasará más allá de una victoria moral, un pago de pureza con uno mismo, un autocomplaciente “Yo no participé de las elecciones de la dictadura” cuya incidencia se limitará a la autoayuda.

Desde este sector también se ve con buenos ojos la política de aislamiento y sanciones desde el exterior para con Maduro (Trump ya anunció nuevas sanciones en torno a las transacciones que se pueden hacer con Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Venezuela, el Grupo de Lima y otros países desconocen las elecciones). Sin embargo, ya se ha demostrado que el efecto de estas presiones es controvertido; muchas veces termina favoreciendo el endurecimiento del régimen autoritario. Por último, este grupo tiende a hacer un llamado a las fuerzas armadas para que no reconozcan las elecciones. La fantasía del golpe de Estado choca contra pared debido a todos los cuidados del gobierno para mantener unidos y poderosos a la élite militar (control de puertos, distribución de alimentos, cargos políticos), a lo que habría que sumar las numerosas deserciones de rangos bajos y medios (aunque el descontento en el sector militar parece aumentar).

Por el otro lado, los que defendían votar el 20M quizás no repararon demasiado en la fuerza de las irregularidades, fetichizaron el voto en su idea de democracia, tampoco hubo una estrategia de movilización para la defensa hipotética del mismo y no tomaron en cuenta que la figura de la ANC funcionaba como un último seguro (es un poder que está sobre todos los poderes), que no se hubiese dudado en utilizar para anular cualquier resultado adverso (en última instancia la ANC es una respuesta a la derrota oficialista en las elecciones parlamentarias de 2015).

Soy de los que creía, junto con el profesor Javier Corrales, que votar era importante por el simple hecho de tratar de obstaculizar la consolidación del liderazgo de Maduro asumiendo que el Estado-PSUV iba a poder movilizar más votos de los que logró; el mensaje que Maduro quiere dar ganando estas elecciones no solo es al mundo o a Venezuela, también se jugaba la consolidación de su liderazgo en el partido. Una cosa es clara, en una elección normal, en sus tiempos, sin ilegalizaciones, con observación internacional independiente, difícilmente serían ganadas por el actual presidente venezolano.

Lo que nadie esperaba era que el poder electoral, sobre el cual ya hay evidencias de maquillaje de cifras al menos en la elección por la ANC del año pasado, nos iba a presentar resultados con tanta abstención. El sector de la oposición que llamó a no votar se adjudica esto, sin embargo, los que se abstuvieron considerablemente fueron los propios chavistas. Es un error asumir que las personas que no ejercieron su voto el 20M hubiesen votado o votarían por un candidato de la MUD. Por otro lado, ¿Cómo tomarán los chavismos los bajos números de Maduro?

Me preguntaban ayer por el alcance de los mecanismos clientelares de movilización electoral del chavismo en torno a los programas sociales y sostenía que afirmar la existencia de esos mecanismos no significaba aseverar que los chavistas son una “masa pasiva, controlada por el hambre”. Hay mucha agencia y conciencia en la gente que se identifica con el chavismo, siempre la ha habido; hay una mezcla de resignación, con resistencia de discurso oculto, pragmatismo bastante racional, descontento, y posiciones ideológicas sólidas que reconocen problemas pero que simplemente no votarían jamás por una alternativa a la revolución.

Terminaba mi participación con la siguiente pregunta: ¿Eludirá la base popular descontenta del chavismo todos los mecanismos utilizados para obtener su voto? Y la respuesta es: mucho más de lo que se esperaba. 13 millones tienen carnet de la patria, 6 millones votaron por Maduro.

Cierta matriz de opinión opositora aplaude ahora ese comportamiento de expresión de descontento desde la propia base chavista. Es la misma matriz que siempre los trata de masa pasiva y ahora le atribuye una agencia heroica. La gente no se “vuelve” agente de un día para otro. Nunca se ha logrado comprender a las bases chavistas y esto siempre le pasará factura a la oposición.

En fin, el panorama es sombrío debido a que por más que se aplauda la abstención, se denuncia falta de legalidad y legitimidad, el hecho es que Maduro está sentado en la silla presidencial. Muchos especialistas esperan que, ante la baja popularidad, sanciones y sin elecciones próximas, Maduro opte por adoptar, de una buena vez, una política más conciliatoria y que atienda el problema de la hiperinflación y emergencia de salud. Sin embargo, eso rompería con la tendencia del comportamiento de la élite en el gobierno; ante el aumento de la crisis, presiones y descontento, la apuesta siempre ha sido más control.

Se avizora así una nueva etapa de radicalización de la revolución, pero no en el sentido de profundización de izquierda, sino de control militar. Esto, junto con el también probable aumento del aislamiento y sanciones, dejan en una posición terrible a los venezolanos; esos venezolanos que les importa poco quién está de presidente, que se tienen que levantar a caminar dos horas para llegar a sus trabajos por la situación del transporte, un trabajo cuyo sueldo se va en comprar un cartón de huevos y que no pueden darse el lujo de enfermarse. Venezolanos que tienen unos líderes políticos, tanto desde el chavismo como desde la oposición, que están totalmente desconectados de su realidad.

Sin embargo, aunque la desesperanza y resignación reinan en el ambiente, la nueva coyuntura puede generar incentivos para que la oposición política se rearticule y proponga algo. No obstante, por ahora, cada líder se ha pronunciado en direcciones diferentes.

Por otro lado, tampoco se puede descartar que, a) ese descontento chavista que se expresó en la abstención busque también otras formas de manifestarse (nuevas protestas como el Pernilazo de diciembre 2017 pero más extendidas), b) aumenten también las protestas sociales por servicios, comida y salud, c) se reactiven movilizaciones opositoras.

A pesar de que el 2017 mostró los costos de protestar, y la migración masiva continúa, no hay que dejarse llevar por el clima resignado; después de las protestas de 2014 no se creía que la acción colectiva podría “revivir” y en 2017 ocurrió uno de los ciclos de protesta más largos de América Latina.

Carlos Torrealba

Carlos Torrealba es licenciado en filosofía por la Universidad Central de Venezuela (2013), maestro en sociología política por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (2014-2016) y doctorante en Investigación en Ciencias Sociales en FLACSO México (2016-2019). Ha publicado artículos en Apuntes Filosóficos (Venezuela), Metapolítica (México) y en el Journal de Estudios Bolivianos (Estados Unidos). Sus líneas de investigación son: sociología política, filosofía política, análisis del discurso, estudios venezolanos, imaginarios sociales y populismo. https://flacso-mx.academia.edu/CarlosTorrealba

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