El affaire Ayotzinapa: de lo jurídico a lo político

Irene Ramos Gil, El affaire Ayotzinapa: de lo jurídico a lo político

La persecución y violencia ejercida en Iguala, Guerrero, contra los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”, el 26 de septiembre de 2014, se hizo de dominio público esa misma noche, a través de una conferencia de prensa improvisada en la escena del crimen, la cual fue brutalmente interrumpida por ráfagas de fuego que hombres vestidos de negro dispararon con armas de alto poder.

La violencia inició con la persecución de los normalistas por la policía municipal de Iguala cuando llegaron a esa localidad para tomar algunos autobuses —a fin de conservarlos para transportarse hacia la Ciudad de México en los días siguientes y participar en la manifestación del 2 de octubre en conmemoración de la masacre de estudiantes de 1968 en Tlatelolco. Hacia las nueve de la noche, al salir de la central camionera, la policía persigue los autobuses donde iban los estudiantes y dispara sobre ellos. Unas horas después los normalistas convocan a una conferencia de prensa para hacer pública la agresión que acaban de sufrir. En lugar de que su denuncia consiga llamar la atención de las autoridades, son de nuevo atacados y perseguidos durante la noche. Resultan asesinados tres normalistas, el chófer de un autobús, un adolescente que viajaba en él con su equipo de futbol, un transeúnte, varios heridos y 43 estudiantes desaparecidos. Continuar leyendo…

La democracia no vendrá de Palacio

La democracia no vendrá de Palacio

Hoy México atraviesa una de sus peores crisis políticas, sociales, económicas e incluso culturales. El país sangra y llora las muertes de miles y miles de personas atrapadas en una absurda y trágica guerra iniciada por el ex presidente Felipe Calderón y continuada por el actual presidente Enrique Peña Nieto. Hoy el México de ayer, ese país que pudo haber albergado algunas esperanzas de paz, mayor igualdad, crecimiento económico y una justa distribución de la riqueza, reconocimiento de la pluralidad y diversidad, así como la protección, promoción y defensa de los derechos humanos, está padeciendo la terrible, inexplicable y pasmosa incapacidad e insensibilidad de sus gobernantes.

El México de hoy, que será el México del mañana, si nos dejan, está sangrando y padeciendo una criminalidad que ha alcanzado, ya, niveles de deshumanidad nunca antes vistos, y sólo comparables a los más nefastos, ignominiosos y cruentos acontecimientos y episodios experimentados en los genocidios. Hemos tocado fondo; el país entero se nos desgrana. Continuar leyendo…

El movimiento estudiantil contraataca

El movimiento estudiantil contraataca

El reconocimiento de derechos ciudadanos y su protección por parte de los Estados son resultado de procesos prolongados de lucha y negociación entre grupos que quieren que esos derechos sean amparados y grupos que se oponen a ello. La creación y sostenimiento de instituciones encargadas de proteger derechos es costosa, pero habilita y empodera a grupos sociales frente a abusos de las autoridades, subvierte la estratificación y diferenciación sociales porque nivela en cuanto a derechos a los desiguales en otros aspectos, provee de defensas a grupos vulnerables y anula los estereotipos en los que se basa la discriminación. Aún cuando garantizar los derechos de los gobernados no implique erogaciones gravosas, impone limitaciones a la arbitrariedad de la autoridad y la obligación de trasparentar su quehacer, rendir cuentas y de actuar responsablemente. Por eso los gobernantes se resisten a reconocer y proteger los derechos de los gobernados. Por eso las violaciones a esos derechos deben ser castigados de manera pronta y efectiva, tomar medidas para evitar la repetición y reparar el daño provocado. Continuar leyendo…

La violencia de Estado, los movimientos sociales, y Ayotzinapa

1.

Ayotzinapa es un caso dramático de una posible ruptura del vínculo mando-obediencia, del desmoronamiento de la gobernabilidad, y de la relación entre el Estado y la ciudadanía. Por un lado, es la primera vez, desde la masacre del 2 de octubre de 1968, hace casi medio siglo, que el Estado aplica con extrema severidad la tecnología más sanguinaria de la represión contra los movimientos sociales. Ni siquiera Atenco y APPO se le compara, aunque sí Aguas Blancas y Acteal. Algunos confiaron que tanto la resonancia social y cultural del movimiento estudiantil sobre la sociedad durante las siguientes décadas, como la transición a la democracia, cerrarían para siempre una opción represiva de tal naturaleza. No fue así.

Por otro lado, es la primera vez que de manera tan evidente, el narcopoder arremete con tal ferocidad contra los movimientos sociales. Durante la década pasada, la primera del siglo XXI, han surgido protestas y movimientos contra la violencia y la inseguridad de diversos sectores de la ciudadanía. Han sido respuestas ante los llamados daños colaterales, y la resultante criminalización de la protesta por parte del gobierno, sin embargo no habíamos presenciado una masacre de tal magnitud dirigida a un blanco tan específico, donde se haya vinculado con tal claridad al Estado con el crimen organizado. Continuar leyendo…