Indignarse no basta (2). Exploración empírica de la relación entre percepción de injusticia y protestaEduardo Aguiñaga Rincón, Pilar Ospina Grajales y Michelle Vyoleta Romero Gallardo

Indignarse no basta (2). Exploración empírica de la relación entre percepción de injusticia y protesta

La base de datos seleccionada para el presente estudio es el Latinobarómetro, del que se ha utilizado una base combinada de 18 países de América Latina en el año 2015 (el instrumento se consideró adecuado por no tener valores perdidos elevados y posibilitar el análisis regional del que se habló en la introducción).

De las preguntas comprendidas por la base de datos se seleccionó a las manifestaciones, protestas y marchas como expresiones de la acción colectiva. Se retomaron datos de “conciencia democrática” para dar cabida a la reflexión desde los marcos de interpretación de que no se emprende acción colectiva a menos que se tenga esperanza de cambios sociales, lo cual es inteligible desde el argumento de que las democracias experimentan mejoras en la medida en que la ciudadanía se involucra más en acciones colectivas.

Se emplearon las preguntas que la base de datos ofrece sobre autoadscripción a la izquierda en la geometría política, debido a una contextualización del modelo para su aplicación en América Latina (donde existe una asociación de las posiciones políticas “de derecha” con la conservación del statu quo). Para poder analizar el efecto de la izquierda en términos positivos, se optó por invertir la escala de la variable original que partía de 0 izquierda a 10, para que la escala vaya de 0 derecha a 10 izquierda. Finalmente se recurrió al concepto de “privación relativa” por considerarse que condensa diferentes expresiones de percepción de insatisfacción e injusticia, como se puede ver en la siguiente cita:

[l]a teoría de la privación o frustración relativa sostiene en sus diferentes versiones que algo se considera injusto o problemático o privación en la medida en que choca con las expectativas de los implicados […]. Parece evidente que para que exista frustración la situación debe ser juzgada como ilegítima o injusta […]. El origen de la acción colectiva se encuentra en la interpretación y comprensión de la situación. Y parece asimismo evidente que dicha definición se realiza siempre en marcos o niveles de comparación múltiples (Apodaka y Villarreal, 2008: 209).

Tomando en cuenta el lugar de estas piezas en la teoría analizada, la hipótesis del artículo es la siguiente: las personas que participan en manifestaciones, protestas o marchas son las que sienten privación relativa, manifiestan consciencia democrática y tienen una autopercepción de izquierdas. En este planteamiento la variable dependiente es la participación en manifestaciones, protestas o marchas, mientras que las variables explicativas para el fenómeno serían la privación relativa, la conciencia democrática y la autopercepción de izquierdas, además se controla con el nivel educativo, la situación socioeconómica reportada por el encuestador y la desconfianza en el gobierno. Como método se propone realizar un análisis de regresión logística en el que se calcula el efecto de la privación positiva en la probabilidad de que alguno de los encuestados haya protestado.

Análisis descriptivo y explicativo de la hipótesis

El fenómeno a conocer es la participación en una manifestación o protesta pública, ya sea o no autorizada por las autoridades, como operacionalización de la “acción colectiva” a la que se hace referencia en la teoría de los marcos de interpretación. A fin de comprender si las personas que se manifiestan tienen las características atribuidas, se han recodificado las variables para poder realizar la discriminación. Además se ha creado la variable de privación relativa a partir de la pregunta Cómo de justa es la distribución del ingreso en el país y la pregunta sobre Ingreso subjetivo, de modo que presentan privación relativa aquellas personas que perciben que la distribución de ingreso es injusta y que no les alcanzan sus ingresos, en tanto que no tienen privación relativa las otras tres combinaciones posibles con respecto a si el ingreso es suficiente.

Por otro lado, se utiliza la autoidentificación ideológica de las personas, bajo la clasificación izquierda-derecha, para fines explicativos: el orden de esta variable se invirtió, así los valores más cercanos a cero corresponden a identificación con las derechas mientras que los más cercanos a 10 lo son con la izquierda.

Interpretación de resultados

Como se puede observar en la Figura 1, la privación relativa es de poco más del 75% para la región. Además, en casi todos los países que participaron en el levantamiento del Latinobarometro 2015 más del 50% de los encuestados declaró privación relativa con excepción de Ecuador. Sin embargo, a nivel regional la cantidad de personas que han participado en una protesta es mucho menor de lo que se esperaría: el nivel de América Latina es de poco menos del 12% aun cuando el 75% de los encuestados sienten privación relativa.

Figura 1. Proporción de los encuestados que ha protestado por país

De acuerdo con los datos de la encuesta Latinobarómetro 2015, la proporción de encuestados que dijo haber participado en una protesta es muy pequeño en comparación con los que no lo han hecho, por lo que resulta importante observar qué proporción de los que han sentido privación relativa ha participado en una protesta. En este caso se puede observar que la proporción de personas que no presenta privación relativa y ha participado en una protesta es un poco mayor que la que sí manifiesta una privación relativa y ha participado en alguna movilización social, por lo que, de forma superficial, parecería que la privación relativa no es suficiente para sumarse a una acción colectiva.

Tabla 1. Proporción de encuestados con y sin privación relativa que han participado en movilizaciones sociales

No protesta SÍ protesta
Justa 87.15% 12.85%
injusta 88.04% 11.96%

Elaboración propia con base a Latinobarómetro 2015

Respecto a otras variables que se relacionan con las personas que se manifiestan, éstas se caracterizan por estar muy o bastante satisfechas con la vida (78.38%) y considerar que su situación económica personal es regular (44.73%). Además, apoyan a la democracia, es decir, consideran que es preferible a cualquier otra forma de gobierno (63.22%), y opinan que la democracia puede tener problemas pero es el mejor sistema de gobierno (78.09%).

Pese a lo anterior, no están muy satisfechos o nada satisfechos con el funcionamiento del régimen democrático (54.77%) y tampoco están satisfechos con el funcionamiento de la economía (67.27%). Consideran que el país está gobernado por un grupo de poderosos que gobiernan en su propio beneficio (64.35%).

Así, se tiene un perfil poco esperado de personas que protestan. Es sumamente variado: son personas que prefieren la democracia y tienen satisfacción con su situación personal, pero que perciben una mala situación económica y un mal actuar del gobierno. Así un análisis descriptivo no es suficiente para probar las hipótesis arriba planteadas. Por lo que, para probar si la privación relativa es un factor que no afecta directamente en la protesta, pero que permite mediar con otras dos variables, la ideología y la confianza en la democracia como un mecanismo para el cambio, se realiza un modelo de regresión logística, que nos permite observar la forma en que la probabilidad de protestar se ve afectada por estas dos variables. Además para considerar el efecto de las características particulares de cada uno de los países de los encuestados, se utiliza un modelo con efectos fijos o modelo logístico condicional, que permite estimar el efecto de las variables que no son consideradas en el modelo, pero que resultan estables para los individuos (Allison, 2009).

Para probar las hipótesis, utilizamos como variable dependiente la participación en protestas, ya sean con permiso o sin permiso de las autoridades para realizarlas. Por otro lado nuestra variable de interés, privación subjetiva, es una variable dicotómica que se refiere a si la persona se siente o no en una situación de privación relativa.

El modelo permite observar cómo la privación relativa y la escala ideológica tienen, con un 95% de confianza, un efecto positivo y significativo en la probabilidad de una persona de protestar. Por otro lado, el nivel de estudios también resulta significativo, por lo que a mayor nivel de estudios son mayores las probabilidades de protestar.

 

Tabla 2. Resultado del modelo logístico condicional

Variables Coef.
Privación relativa 0.314**
(0.133)
Creencia en democracia 0.023*
(0.013)
Escala Ideológica 0.061***
(0.009)
Nivel de estudios 0.050***
(0.007)
Nivel socioeconómico  -0.054*
(0.032)
Privación relativa*Creencia en la democracia  -0.043**
(0.021)
Desconfianza en el gobierno -0.156***
*** Sig. =.01     **Sig. 0.05      * Sig. 0.10

Fuente: Cálculos propios con base a Latinobarómetro 2015

Sin embargo, los resultados muestran que cuando existe una privación relativa y una alta confianza en la democracia, el efecto de la privación se ve disminuido, si bien no por ello deja de ser positivo. Al observar la tabla 3 observamos que cuando no se tiene ninguna confianza en la democracia la probabilidad de protestar es mayor si hay privación relativa. Sin embargo, cuando se confía por completo en la democracia la probabilidad de protestar es mayor cuando no existe privación relativa.

Tabla 3. Probabilidades simuladas

Sin privación relativa Con privación relativa
Máxima confianza en la democracia 14.9% 13.2%
Mínima confianza en la democracia 10.2% 12.3%

Fuente: Cálculos propios con base a Latinobarómetro 2015

Lo anterior pudiera explicarse por tres razones. Por un lado se podría suponer que el efecto de la confianza en los procesos democráticos haga que las personas consideren innecesario protestar, ya que consideran que las instituciones son capaces de resolver las situaciones que ocasionan la privación relativa. Otra posible explicación puede deberse a nuestra variable generada para aproximar la privación relativa, la cual sólo considera el agravio en la dimensión económica, aun cuando éste pudiera presentarse en muchas otras dimensiones. Por lo que casos de privación relativa que no son considerados por nuestra variable que busca aproximarla, pueden ser considerados por la variable de creencia en la democracia. Por último pudiera ser que, como se vio arriba, las personas que protestan consideran que los políticos gobiernan en beneficio de unos pocos, por lo que aun cuando confían en la democracia, pueden creer que el protestar resultará insuficiente para solucionar su privación, ya que ya se sienten afectados por una situación de injusticia. Con ello se entendería que no se tiene esperanza de cambio en las situaciones que se interpretan como injustas.

 

Conclusiones

El análisis de la relación entre protesta y percepción sobre injusticia parte de un solo supuesto: que la injusticia es una forma de agravio a través del cual las acciones colectivas podrían organizarse y sustentarse. No obstante, empíricamente se ha encontrado en este artículo que la relación entre estas variables es más compleja. Los agravios per se no son los únicos disparadores de la movilización: pueden existir sociedades donde la percepción de injusticia es elevada, pero que presentan bajos niveles de protesta o movilización social. Las mediaciones para que las percepciones se traduzcan en acciones podrían en alguna medida darse a través de los marcos de alineación, pero esta veta teórica parecería no ser suficiente para explicar el escenario latinoamericano.

La relación de este punto con la hipótesis de trabajo, según la cual la privación relativa condensa diferentes expresiones de percepción de injusticia (lo que a su vez se traduce en formas de acción o participación en protestas), permite algunas conclusiones. De acuerdo con los datos analizados, el porcentaje de personas que han participado en acciones de protesta en los últimos años es considerablemente bajo, lo cual podría ser indicativo de un contexto no precisamente caracterizado por las acciones colectivas como estrategias relevantes de participación, deliberación y reivindicación políticas, pese a la notable percepción de injusticia frente algunos aspectos de la estructura de la sociedad. Ello puede explicarse con la creencia de que existen otros medios, más institucionalizados, que son capaces de revertir esta situación. Esta afirmación es paradójica en el marco de las percepciones frente al sistema de gobierno, el funcionamiento de la economía, la distribución del ingreso, entre otras causas de insatisfacción; pero puede explicarse por la existencia de otras situaciones de agravio no económicos, como violaciones a derechos humanos, falta de servicios de salud, educación, libertad de expresión o de creencias. Estos frentes dan cuenta de una estructura social percibida como desfavorable, pero que aun así parece no estar estimulando las formas organizadas de la acción colectiva. Ello puede explicarse con la desconfianza hacia el gobierno, lo cual limita la acción colectiva ya que los ciudadanos consideran que, aun cuando protesten, el gobierno no cumplirá sus demandas.

Quizá esta discusión, lejos de echar por tierra los aportes del frame analysis a los estudios de la acción colectiva, sirva para plantear la pertinencia de la complementariedad entre teorías de este campo de estudios. Una agenda de investigación a partir de esta intuición supondría estudiar no solamente las percepciones de injusticia entre quienes se movilizan públicamente, sino de igual forma incluir más dimensiones, como (i) sus posibilidades concretas de movilización (como podría argumentarse desde la estructura de las oportunidades políticas); y (ii) la racionalización que efectúen los actores de que la protesta en efecto propiciará que estén más cerca de conseguir sus objetivos (como planteó desde sus inicios la movilización de recursos). Una articulación así supondría una empresa teórica ambiciosa, en la que el primer paso consistiría en encontrar una “zona neutral” en torno al agravio, para no desecharlo como motivo de la acción colectiva, ni atribuirle todo su crédito. Sin embargo, mientras los escenarios compartidos de insatisfacción, percepción de injusticia y conflictividad sigan presentándose regionalmente, no debería capitularse en un esfuerzo complementarista de esta índole.

Asimismo podría ser pregunta para investigaciones posteriores ver de qué modo las personas se responsabilizan en la solución de problemas sociales a nivel individual o a pequeña escala y no organizándose de manera colectiva. También se podría indagar la existencia o ausencia de un sentimiento de identidad antagónica, es decir, una construcción de nosotros versus ellos en los tratos de los ciudadanos con el Estado (lo cual podría abordarse desde la perspectiva cultural de la acción colectiva).

Por último, es interesante observar cómo en la percepción sobre el Estado y sus funciones, los ciudadanos parecen seguir adjudicándole por antonomasia las responsabilidades institucionales para el mejoramiento de las condiciones de la sociedad, al mismo tiempo que existe un aire de desconfianza sobre la estructura del poder y de las élites. Esto lleva a pensar en la vigencia de los Estados democráticos como instituciones, pero no en la legitimidad de su gestión en los países de América Latina.

 

Referencias

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Base de datos

Corporación Latinobarómetro (2015), en línea, disponible en: http://www.latinobarometro.org/lat.jsp

 

Eduardo Roberto Carlos Aguiñaga Rincón

Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) sede México. Sus áreas de investigación se centran en la toma de decisiones individuales, la acción colectiva, las políticas públicas educativas y la metodología en las ciencias sociales.

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