A veces recordamos manifestaciones que nos causaron impresión o disgusto, incluso, que provocaron cambios en nuestra manera de ver los asuntos políticos.
Las manifestaciones, marchas o concentraciones impactan en la institucionalidad dependiendo de sus apoyos y de su resonancia mediática. Casi siempre valoramos estas protestas por el volumen de personas que logran convocar o por los cambios políticos que suscitan. Sin embargo, hay otra dimensión no menos significativa: los efectos que provocan en sus protagonistas, en aquellos/as que se manifiestan o marchan. Decían Piven y Cloward (1978) que habíamos subestimado el enorme impacto cultural de algunas movilizaciones. Continuar leyendo…