Durante quince años he estudiado la forma como ciertos movimientos sociales interactúan con diversos actores institucionales en el contexto de políticas públicas muy concretas.[1] Más que utilizar modelos y enfoques prescriptivos, me he abocado al empleo de modelos analíticos de corte descriptivo. Es decir, me ha interesado mucho menos el concluir sobre “el deber ser” que el especular sobre “lo que es.” Así, simple y llanamente, con la única convicción ética de que el conocimiento sobre los actores, los procesos y los mecanismos causales constituye en sí mismo una aportación valiosa y útil. Continuar leyendo…