Enrique Peña Nieto, ¡la Nación te lo demanda!Jorge Cadena-Roa

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México continúa en el tobogán de la crisis social y política a raíz de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la escuela para maestros de Ayotzinapa, Guerrero, detenidos por la policía municipal y entregados al grupo criminal que controlaba la zona, sin que se haya vuelto a saber de ellos.[1]

La crisis se ha agravado y profundizado por la incapacidad gubernamental para hacerle frente de una manera decidida y convincente. Peor aún. La credibilidad y honradez del Presidente Enrique Peña Nieto (EPN) quedó en entredicho luego de saberse que Grupo Higa, una empresa constructora beneficiaria de contratos multimillonarios desde que era gobernador del Estado de México, había vendido a la esposa de EPN una casa valuada en 7 millones de dólares a un precio menor, con una tasa de interés por debajo de la del mercado y con facilidades de pago.

Grupo Higa en sociedad con otras empresas había ganado la licitación de la construcción de un tren entre la Ciudad de México y Querétaro. Múltiples quejas por irregularidades durante la licitación de la obra llevaron a que se anulara el concurso y se ordenara la reposición del proceso. Más adelante se sabría que Televisa le habría dado a la esposa de EPN otra casa, colindante con la anterior poco después de que se casaron.

Las respuestas que han dado el Presidente y su esposa a las revelaciones anteriores están lejos de ser satisfactorias. Ha quedado la sospecha de que EPN sería responsable de dos delitos, tráfico de influencias, por haber dado información privilegiada a Grupo Higa y a sus socios, y conflicto de intereses, por haber recibido, usando el nombre de su esposa, beneficios que parecen ser el pago por la asignación de contratos. Los partidos en las Cámaras no han iniciado ninguna averiguación formal al respecto, pese a que sería benéfico para la salud de la República. No se espera que la Procuraduría General de la República (PGR) ni la Secretaría de Función Pública (que ha estado acéfala en lo que va del gobierno de EPN) hagan algo al respecto porque son dependencias del Ejecutivo, no organismos autónomos.

Por otro lado, la investigación de la PGR sobre los 43 estudiantes desaparecidos, concluyó, con base en declaraciones de algunos de detenidos, que habrían sido asesinados por el grupo criminal al que la policía los entregó, que sus cuerpos habrían sido calcinados y sus restos arrojados a un río. Esta versión fue rechazada por los padres de los estudiantes porque no se presentó evidencia física alguna de ello. Su demanda sigue siendo la misma: presentación con vida de los 43 estudiantes.

La indignación por haberse descubierto que la policía estaba a las órdenes de los criminales (lo que en la región era vox populi) ha generado una ola de protestas en todo el país encabezada por estudiantes de universidades públicas y privadas a las que se han sumado varios de sus rectores y profesores, así como numerosas organizaciones e individuos, en México y el extranjero.

En varios estados del país, desde principios de octubre, todos los días ha habido protestas. Se han registrado cinco jornadas de “Acción global por Ayotzinapa” con manifestaciones pacíficas en prácticamente todos los estados de la República y en el Distrito Federal. En pocas protestas se han presentado hechos aislados de violencia y destrucción de bienes. Una parte de la violencia tiene motivación política: algunos grupos piensan que ya estuvo bueno de tanta marcha y que hay que pasar a la acción directa. Sin embargo, la mayor parte de la violencia ha corrido a cargo de policías y miembros del Ejército vestidos de civil que, en algunos casos, se infiltran a las protestas para desacreditarlas y criminalizarlas, en otros, para hacer detenciones ilegales e intimidatorias.

Los gobiernos recientes, pero el de EPN en particular, con tal de sacar adelante su proyecto de reformas estructurales se dedicaron a anular a las organizaciones y partidos opositores. Lo consiguieron. Sin embargo, ahora que las movilizaciones sociales desbordan los cauces institucionales, empiezan a notar la falta que hacen organizaciones sociales y políticas acreditadas, representativas y confiables para mantener la estabilidad y la gobernabilidad, los consensos y los compromisos, la interlocución y la negociación. En ausencia de esas organizaciones, en momentos de crisis política no queda nada entre la ciudadanía agraviada y los gobernantes que no logran entender qué fue los que les salió mal. Los sindicatos han sido anulados. Las organizaciones de la sociedad civil pulverizadas. Los partidos políticos sufren una crisis que se hará patente en las elecciones intermedias del año próximo en el que se renueva la Cámara de Diputados, varias gubernaturas y cientos de alcaldías.[2]

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), el partido de izquierda más grande del país, ha salido afectado pues el alcalde de Iguala y el gobernador de Guerrero fueron postulados por ese partido. El control de daños no ha funcionado y el partido se ha seguido hundiendo en el desprestigio. Su fundador y candidato a la presidencia en tres ocasiones (1988, 1994 y 2000), el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, renunció al PRD en protesta por la desastrosa conducción del partido. Andrés Manuel López Obrador, candidato del PRD a la presidencia en 2006 y 2012, había abandonado antes al PRD para fundar su propio partido.

Con su división y desprestigio pierde no solamente el PRD. Pierde también el electorado de izquierda que lo veía, con poca evidencia, es cierto, como una vía de participación institucional diferente al PRI y al PAN, partidos que han sumido al país en una vorágine de violencia sin control, agravada por una corrupción e impunidad que parecen corroer desde la Presidencia de la República a las presidencias municipales, desde la cúspide de la pirámide hasta su base. De esa corrupción e impunidad se ha nutrido el crimen organizado, que ha crecido y prosperado como nunca antes.

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Quema de Enrique Peña Nieto a la manera de Judas en las protestas del 20 de noviembre de 2014 en el Zócalo de la Ciudad de México. Foto: @mikedelico

Las movilizaciones del último bimestre han venido sobre todo del movimiento estudiantil. Ya en el 2012 las movilizaciones del #YoSoy132 pusieron en jaque a EPN y a su equipo de campaña. Por lo visto no aprendieron nada de esas experiencias. Es prácticamente el mismo grupo social, jóvenes educados de universidades públicas y privadas, el que se moviliza otra vez.

La historia de los movimientos estudiantiles en México y en otras latitudes muestra los estudiantes se movilizan cuando la expresión de agravios y malestares no puede expresarse por las vías institucionales de representación social y política. En esas condiciones, los movimientos estudiantiles son “iniciadores” a los que más adelante se suman otros sectores sociales. Sin embargo, como el movimiento estudiantil mexicano carece de organizaciones representativas estables, no pueden por sí solas sostener las protestas y encauzar los cambios más allá de cierto umbral. Para que las demandas tengan un impacto, se necesita que entren al relevo organizaciones más estables, amplias y permanentes con capacidad de articular demandas, consensar propuestas, que lleven la interlocución con el gobierno, con el Congreso y los partidos políticos, con el Poder Judicial y con todos los que sea necesario hablar y negociar. Esas organizaciones más amplias y articuladoras de la pluralidad social son las grandes ausentes en el presente mexicano. Fueron anuladas imprudentemente.

Con todo, las protestas siguen sin pausa y con pequeños triunfos. Además de que han sacado de la indiferencia a miles de personas, las protestas han desplazado la agenda de las elites políticas y económicas de este país, la agenda de las reformas estructurales, y colocado en su lugar una agenda ciudadana que exige atención, antes que a cualquier otra cosa, a la seguridad ciudadana, al combate a la corrupción y la impunidad. Además, las protestas han logrado la caída del gobernador de Guerrero, la detención del alcalde de Iguala, la disolución de la policía local, la detención de numerosos criminales, la crisis de los partidos políticos, el cambio de presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la cancelación del desfile conmemorativo del inicio de la revolución mexicana, el desplome de la calificación que EPN obtiene en las encuestas, y más. Pero no es suficiente. Las protestas piden, esperan y merecen más.

En las protestas ha aparecido la demanda de renuncia del presidente, quien, de acuerdo con el artículo 87 Constitucional, tomó posesión del cargo el 1 de diciembre de 2012 ante el Congreso de la Unión con la siguiente fórmula: «Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.» Las protestas en las calles muestran de manera incontrovertible que la ciudadanía considera que EPN falta a su palabra: no está guardando ni haciendo guardar la Constitución ni las leyes del país. Por consiguiente en las calles y en las redes se escucha la consigna, EPN, ¡la Nación te lo demanda!

Las protestas que desbordan las calles de las principales ciudades del país son legales y pacíficas, piden que se imponga el estado de derecho. Como en otros momentos de la historia reciente de México, los ciudadanos buscan por vías no institucionales la vigencia efectiva de las reglas de la política institucional. Antes esas demandas estaban dirigidas a un estado autoritario, altamente intolerante con la disidencia. Ahora lo hacen a un gobierno democráticamente electo tolerante con la disidencia, pero que tuvo el desatino de anular toda oposición organizada.

Si bien el PRI recuperó la sede del Poder Ejecutivo, no recuperó el poder. Este se encuentra fragmentado y disperso entre una gran cantidad de actores y se está reconfigurando en las calles. A ver si ahora sí aprenden.

 

[1] Véase:
http://razonpublica.com/index.php/internacional-temas-32/8000-m%C3%A9xico-en-crisis-social-y-pol%C3%ADtica.html?highlight=WyJqb3JnZSIsImNhZGVuYS1yb2EiLCJqb3JnZSBjYWRlbmEtcm9hIl0

[2] Véase:
https://movin.laoms.org/2014/12/04/el-movimiento-estudiantil-contraataca/

* Este articulo se publicó originalmente el 8 de diciembre de 2014 en http://razonpublica.com/index.php/internacional-temas-32/8119-m%C3%A9xico-los-movimientos-sociales-contra-pe%C3%B1a-nieto.html

Jorge Cadena-Roa

Doctor en Sociología por la Universidad de Wisconsin-Madison. Investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM e Investigador Nacional del SNI. Coordinador del Laboratorio de Análisis de Organizaciones y Movimientos Sociales (LAOMS), miembro de la Red de Estudios sobre Desempeño Asociativo (REDA) y del Seminario Institucional Perspectiva democrática del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Ha publicado numerosos trabajos sobre acción colectiva, protestas, movimientos sociales, organizaciones civiles y democracia, algunos de los cuales se pueden descargar picando en esta liga.

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