La realidad social mexicana desde la ideología del humanismo marxistaGuillem Compte Nunes

Una línea escasamente estudiada en el campo de la acción colectiva contestataria es la literatura formal de análisis de la realidad social que los grupos generan para desarrollar y difundir sus marcos interpretativos. Por literatura formal entiendo las publicaciones dirigidas al público general, resultado de un trabajo colectivo y siguiendo estándares editoriales que procuran obtener artefactos textuales atractivos.

Portada del libro

Portada del libro

Un ejemplo de esta literatura es la revista Praxis en América Latina que el grupo con el mismo nombre publica bimestralmente en papel y en línea (http://www.praxisenamericalatina.org/) desde marzo de 2015. Este grupo, de ideología “humanista marxista” (fundada por la filósofa Raya Dunayevskaya), acaba de publicar un libro –México: represión, resistencia y rebeldía– que es una compilación editada de artículos que han aparecido en la revista. A continuación, examino este análisis de la realidad social mexicana (que se puede adquirir escribiendo a praxisamericalatina@gmail.com).

El libro consta de nueve capítulos dedicados a las “voces” de movilizaciones sociales significativas en el México contemporáneo (zapatismo, Ayotzinapa, magisterio, mujeres, territorio, jornaleros de San Quintín y otras luchas laborales). Cada capítulo cuenta también con un análisis de la movilización según la óptica del humanismo marxista. Así, el texto refleja una aplicación del método filosófico del humanismo marxista a la realidad social (recoger las “voces” de una movilización, analizarla según los marcos interpretativos del humanismo marxista, y procurar introducir esos marcos a la movilización, p. ej. generando interés por el humanismo marxista mediante la revista o este libro). Por un lado, constituye una ventana a las denuncias, luchas y aspiraciones de sectores en pugna contra el Estado neoliberal; por otro lado, permite entender las premisas del humanismo marxista, su interpretación de la realidad social y el papel que un grupo humanista marxista como Praxis en América Latina juega en esa realidad. Sin ser un libro académico, sí muestra cómo prácticas sociales, en este caso contestatarias, y una teoría social, en este caso humanista marxista, se retroalimentan y configuran una forma de habitar y entender el mundo.

Aquí radica una tensión productiva, que dibuja la finalidad del libro: el deseo de Praxis de extender su interpretación humanista marxista a movilizaciones sociales que frecuentemente no aprecian la necesidad de contar con una filosofía emancipadora. En este sentido, cabe destacar el concepto “momento”, concretamente “nuevo momento”, que aparece 41 veces en los análisis que se presentan en el libro, en referencia a ventanas de oportunidad para el cambio social. Esto contrasta con las 11 veces del término “nuevo comienzo”, siempre en el plano teórico, para significar una aplicación de la teoría humanista marxista a la práctica. La distancia entre “momento” y “comienzo” queda ilustrada en la siguiente cita de la p. 160: “La pregunta clave es, entonces: ¿cómo puede el nuevo momento representado por Ayotzinapa ser convertido en el nuevo comienzo necesario para la reconstrucción de México sobre fundamentos verdaderamente humanos?”

Cuando examinamos la selección de las movilizaciones, llama la atención que casi la mitad del libro se dedica al zapatismo. Este énfasis refleja la interpretación de Praxis de que esta movilización es la expresión contemporánea más plena del humanismo marxista, aunque no se aplique a sí misma esta etiqueta. Ahora bien, la cuidadosa reflexión sobre el zapatismo contrasta con la escasa consideración analítica que reciben las movilizaciones en los tres últimos capítulos. Por otro lado, no queda claro en la Introducción a qué factores responde la selección de movilizaciones que se incluyen en el libro. En otras palabras, ¿qué hace que una movilización sea considerada –a ojos de Praxis– más o menos potencialmente valiosa para el cambio social estructural? Esto parecería importante dada la multiplicidad de movilizaciones, la limitación de recursos de Praxis y la experiencia de que la mayoría de “nuevos momentos” no conducen a “nuevos comienzos”.

Las aportaciones del libro pueden desdoblarse para dos públicos con intereses diferenciados: de una parte, las personas que participan en movilizaciones antineoliberales y el público general; de otra parte, la academia, concretamente las y los científicos sociales. En primer lugar, el libro contribuye a configurar una metanarración social, un marco maestro, de la injusticia social generada por el capitalismo, particularmente en su versión contemporánea neoliberal. Los testimonios de diversas luchas sociales reunidos en este volumen propician, más allá de cierta comprensión, la solidaridad del lector. En la terminología de la teoría de los marcos de la acción colectiva, el libro –tanto en sus “voces” como en sus análisis– crea puentes entre marcos interpretativos de distintas movilizaciones, los amplifica bajo el marxismo y los extiende como una lucha histórica y global contra el capitalismo (Snow, Rochford Jr., Worden, and Benford 1986). Estas tres operaciones –los puentes, la amplificación y la extensión– implican tanto los marcos de diagnóstico –es decir, el cómo interpretar la realidad presente– como los marcos de motivos –es decir, el qué motiva intentar transformar esa realidad (Snow and Benford 1988).

Segundo –estemos de acuerdo o no con el humanismo marxista– el libro señala explícita e implícitamente la importancia del círculo teoría-práctica –en otras palabras, de la praxis– para explicar y cambiar la sociedad. Construye, por tanto, una epistemología o teoría del conocimiento. Conocer y transformar –teoría y práctica– no son acciones separadas, sino más bien etiquetas que significan la relación entre personas y realidad social.

Finalmente, activistas y público general pueden, mediante este volumen, apreciar el humanismo marxista, tanto ideológicamente –el marco de pronóstico– como en la expresión colectiva Praxis en América Latina. Constituye, en este sentido, una herramienta de difusión y reclutamiento.

Para el público académico cabe destacar tres aportaciones de esta obra. Primero, se trata de un artefacto textual que da cuenta de la existencia y aplicación del humanismo marxista en México. En otras palabras, condensa la experiencia política de una movilización social en sí misma valiosa, pese a no contar con una membresía cuantiosa ni una incidencia mediática. El ambicioso objetivo de destruir el capitalismo y construir una nueva sociedad, y la práctica consistente de un método filosófico para llevar a cabo esa tarea constituyen suficientes ingredientes para justificar su estudio académico.

Por otro lado, en México nos hallamos, como en 2000, en una encrucijada para la democracia representativa. El partido Morena debe ahora responder a su propio lema y eslogan electoral, “la esperanza de México”. Grupos como Praxis en América Latina representan un contrapunto a la desgastada fe en la democracia de partidos, que con el paso del tiempo se ha ido convertido en partidocracia. Quizás en el fondo no ganó Morena, sino que más bien perdieron PRI, PAN y PRD. Esto me lleva al segundo punto, que es la contribución de este libro al campo de estudio que en otra parte (Compte, 2018) he denominado pospartidismo. El pospartidismo es un deseo colectivo de construir una política que supere el dominio actual de los partidos políticos sobre la política y, concretamente, la política institucional. Praxis en América Latina y este texto constituyen mediaciones de ese anhelo social. Y, aunque aquí no puedo argumentarlo, estamos ante una aspiración creciente y trasnacional, a partir de la cual más tarde o temprano se rediseñará la democracia existente.

Otro campo de investigación que debería interesarse por este volumen es el de la educación popular. Latinoamérica, de la mano de autores como Freire, es pionera en esta corriente pedagógica; y esta obra encaja en esa movilización en tanto que aboga por una praxis “desde abajo a la izquierda”, usando la expresión zapatista con la que Praxis se identifica plenamente. En este punto debo indicar la diferenciación de Praxis en este libro y de la educación popular en general respecto a una pedagogía política “vanguardista”, es decir, dirigida “desde arriba” por una élite política –partidista o no.

Por último, este texto supone una invitación a transformar la propia práctica de la investigación científica. Aunque este tema no se plantee explícitamente, deriva de la propugnada unión entre teoría y práctica. La relación entre academia y activismo social está marcada por ciertos estereotipos y la desconfianza que de ellos se deriva. La acción colectiva contestataria puede percibir lo académico como ejercicio eminentemente teórico, mientras que la academia puede minimizar el conocimiento activista como poco ilustrado. Esta obra, ni académica ni puramente activista, delinea un punto de encuentro entre pensamiento y acción, que la epistemología científica puede apropiar como necesidad de establecer un círculo virtuoso entre investigación científica y movilización social. La emergencia de una metodología de investigación colaborativa apunta en esta dirección.

 

 La pluralidad ideológica no es una amenaza sino un recurso para argumentar

Siguen algunas reflexiones a modo de interrogantes. Entiendo, de una parte, que la pretensión de Praxis en América Latina es transmitir el humanismo marxista, que se considera interpretación verdadera del marxismo y vehículo imprescindible para la transformación social. Ahora bien, dado que vivimos en un mundo ideológicamente plural en el que múltiples corrientes de pensamiento compiten por nuestra atención y validación, mi pregunta es: ¿cuál es la mejor estrategia para posicionar una determinada ideología? En este libro –y en la publicación Praxis en América Latina que le da origen– se formula el humanismo marxista a partir de básicamente tres autores: Hegel, Marx y Raya Dunayevskaya. En mi opinión, falta diálogo con otras fuentes marxistas –autores y colectivos sociales, pasados y presentes– para que el público pueda sentir que la pluralidad ideológica no es una amenaza sino un recurso para argumentar el humanismo marxista. Puedo imaginar, por ejemplo, un diálogo con académicos y/u otros grupos marxistas contemporáneos en el que desde Praxis se argumenten acuerdos y desacuerdos. Pienso que esta atención al entorno ideológico, aunque aparentemente distraiga de la difusión del humanismo marxista, puede en realidad apuntalar su incidencia.

En segundo lugar, siguiendo el dictum de la unidad teoría-práctica, encuentro poca reflexión en el libro acerca de la construcción de la teoría a partir de la práctica observada. Más allá de las enseñanzas clásicas del humanismo marxista, ¿qué nueva teoría resulta de cada movilización social acompañada? O, también, ¿qué nueva teoría resulta de la conjunción de todas las movilizaciones sociales acompañadas? Si para Marx las Revoluciones de 1848 y la Comuna de París supusieron nuevos aprendizajes teóricos, ¿qué nuevos aprendizajes teóricos se desprenden, por ejemplo, del zapatismo o de la movilización Ayotzinapa? Y, como contraparte a este “movimiento” de la práctica a la teoría y retomando un punto que mencioné anteriormente, creo necesario considerar los límites experimentados al ir al encuentro de las movilizaciones sociales, es decir, de la construcción de la práctica a partir de la teoría. Estos límites se reflejan en la distinción y el distanciamiento teórico-empírico entre “nuevo comienzo” y “nuevo momento”. En otras palabras, las movilizaciones tienden a descartar la necesidad de la unidad teoría-práctica. ¿Por qué? Además, contrariamente a lo que Praxis desea y enseña, pueden percibir a Praxis como élite teórica, “vanguardista”. ¿Por qué?

Una última crítica concierne la ausencia de un capítulo de conclusiones. La Introducción es excelente, situando adecuadamente al lector en la obra. Al terminar este acompañamiento virtual de las movilizaciones desde un enfoque humanista marxista se precisaría un cierre equilibrado, que valorase la praxis de Praxis, pero que también reconociese sus limitaciones.

 

Bibliografía

Chihu, A., coord. 2006. El “análisis de los marcos” en la sociología de los movimientos sociales. México: Miguel Ángel Porrúa.

Compte Nunes, G. (2018). La construcción social de una utopía política pospartidista mediada por el Congreso Nacional Ciudadano en la Ciudad de México (2015-2017) (tesis doctoral). El Colegio de México. México. Disponible en: https://colmex.userservices.exlibrisgroup.com/view/delivery/52COLMEX_INST/

Snow, David A., and Robert Benford. 1988. «Ideology, Frame Resonance, and Participant Mobilization.» Pp. 197-217 in From Structure to Action: Comparing Social Movement Research Across Cultures, edited by Bert Klandermans, Hanspeter Kriesi, and Sidney Tarrow. Greenwich: JAI Press. [Traducido en Chihu 2006]

Snow, David A., E. Burke Rochford Jr., Steven K. Worden, and Robert D. Benford. 1986. «Frame Alignment Processes, Micromobilization, and Movement Participation.» American Sociological Review 51 (4):464-81. [Traducido en Chihu 2006]

Guillem Compte Nunes

Guillem Compte Nunes realiza actualmente una estancia posdoctoral en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, en el marco del Programa de Becas Posdoctorales de la misma Universidad. Es también profesor de asignatura ordinario “A” interino adscrito al Centro de Estudios Sociológicos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Es doctor en ciencia social con especialidad en sociología por El Colegio de México, maestro en psicología clínica por Wheaton College (Illinois, Estados Unidos) y licenciado en ciencia política por Northern Illinois University (Illinois, Estados Unidos). Estudia y ha publicado trabajos de investigación sobre procesos de dominación y emancipación política (del Estado, los partidos políticos, la monarquía) y sobre derechos humanos, particularmente, de la infancia. Algunos de sus trabajos se encuentran en https://unam1.academia.edu/GuillemCompteNunes.

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