The revolution will not be televised cantaba el poeta-músico y activista afro-americano Gil Scott-Heron en los años setenta desde el gueto del Bronx. Sin embargo, el 1º de enero 1994 nos regalaba a nivel global las imágenes del levantamiento de las comunidades zapatistas en Chiapas, México. El uso estratégico de las telecámaras y de las primeras redes digitales del grupo guerrillero mexicano EZLN permitió evitar la represión. Gracias a esta experiencia, en el mismo año, el colectivo inglés Undercurrents reflexionó que, en las manos de un videoactivista, una telecámara puede funcionar como disuasorio contra la violencia de la policía, un sistema de monitoreo por video puede influir en la agenda política, un proyector de video puede generar conciencia colectiva. Continuar leyendo…