En Colombia la movilización social históricamente ha buscado como mínimo dos reivindicaciones: la disminución de la brecha de la desigualdad y la búsqueda de mecanismos democráticos y participativos para la solución de conflictos sociales. Éstos dos elementos han estado íntimamente relacionados con el surgimiento, persistencia y duración del conflicto armado en el país (CNMH, 2013). Continuar leyendo…
Un nuevo estallido social en Colombia ha hecho aun más evidente el distanciamiento entre el gobierno del presidente Iván Duque y la ciudadanía. El pasado 28 de abril, diferentes organizaciones sociales, sindicatos y centrales obreras convocaron una jornada de Paro Nacional en contra de la reforma tributaria que se tramitaba en el Congreso de la República.[1] Pese a los múltiples intentos de las autoridades por impedir la movilización social bajo el argumento de que estas aglomeraciones pondrían en riesgo la capacidad del sistema hospitalario para atender el tercer y más fuerte pico de contagios de la pandemia por COVID-19; el Comité Nacional del Paro mantuvo la convocatoria, preservando algunos protocolos de bioseguridad. De esta manera, la ciudadanía salió a las calles de forma masiva para sumarse a las manifestaciones en más de 500 municipios y ciudades del país.[2]
En estas horas en Chile,
Al sur del mundo, ha vuelto a sobrevolar la nefasta figura del dictador Augusto Pinochet. Cuando el trauma de la pasada y cruenta dictadura aún pervive en la población chilena, en un acto de total irresponsabilidad política el presidente de la República, Sebastián Piñera, ha retomado las palabras del dictador para decir al país que “estamos en guerra”. Esta declaración tiene como corolario al día de hoy: 2.138 detenidos -de los cuales 169 corresponde a niñas, niños y adolescentes-, 376 heridos y 5 muertos por agentes del Estado (entre más de una decena de muertos en circunstancias aún no aclaradas completamente). Continuar leyendo…